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La pithaya, la carambola o el longán, entre los nuevos cultivos en Lanzarote

En los últimos años, diferentes agricultores están apostando por especies desconocidas para los arenados de la isla pero que se adaptan al clima y al suelo de Lanzarote

Michael Valdivia García

Cultivo de la carambola

Con el paso del tiempo, la sociedad evoluciona y, con ella, también los cultivos que tradicionalmente han dominado Lanzarote. En los últimos años, en la isla han aparecido nuevas plantaciones que han surgido como un experimento, como un " a ver qué pasa". Tras esos intentos, las cebollas, las lentejas o las papas se abren paso para dar cabida a otras especies como la batata morada, la pithaya, la alcachofa o los espárragos. A esto se le suman otras prácticas como los nuevos usos de las pencas de las tuneras o el cultivo de la alfalfa para los forrajes del ganado.

Una de las agricultoras conejeras que está apostando por especies más tropicales y desconocidas en Lanzarote es Tibisay Morales, agricultora de la finca VegaCosta, situada en Tinajo. Tras estudiar Dirección de Empresas Turísiticas y trabajar en la administración del restaurante de sus padres, el impacto de la pandemia del coronavirus le obligó a cambiar de empleo. De este modo, comenzó a trabajar en la finca de sus padres "aprendiendo lo que me han enseñado mis compañeros, escuchando y fallando", explica. El propio restaurante es el receptor de casi el total de las frutas y verduras que cosechan en la finca. 

Después de convertir la finca en ecológica, Morales pasó a ponerse al frente de ella. Actualmente, en VegaCosta han decidido arriesgar en nuevos cultivos que, hasta hace pocos años, no se veían en los arenados de Lanzarote. Uno de los que ha obtenido una fama veloz es la pithaya, una fruta que produce un cactus y que proviene de México. Su color rosa fucsia, su extraña forma y su fácil cultivo en una isla tan seca como la nuestra han hecho que muchos agricultores como Tibisay Morales hayan decidido cultivarla.

Sin embargo, según afirma la agricultora, ha tenido que arrancar ejemplares de esta planta porque sus raíces se expanden tanto que "le quita los nutrientes a los demás vegetales plantados". Asimismo, la producción de la pithaya en VegaCosta es tan abundante que es el único producto que venden fuera del restaurante. No obstante, la venta de la pithaya es complicada porque "normalmente los comercios no te la compran como ecológica, sino que lo hacen al precio convencional", denuncia la joven. Debido a ambas razones, han quitado ejemplares de esta fruta de su finca, ya que "es mucho trabajo lo que requiere y no vale la pena".

Imagen de la Finca VegaCosta

 

Una variedad tropical

Aparte de las pithayas, Morales también dedica parte de su terreno a cultivar otros árboles frutales tropicales. Un ejemplo de ello es la guanábana, muy parecida a la chirimoya a la que estamos acostumbrados pero más grande, con pinchos y de un sabor entre ácido y dulce con toques de piña y fresa. La atemoya roja es también otra de las variedades que posee en sus terrenos. Se trata de una fruta híbrida de la chirimoya, que tiene una textura jugosa y un sabor que puede recordar a la piña colada. 

Otra de las frutas que crecen en este suelo conejero es el longán, una fruta nativa del sur de China. Su textura es muy parecida a la de la uva, recubierta de una cáscara dura y con una semilla en el interior. Su sabor es dulce y con notas que recuerdan a la avellana.

A pesar de que la que conocemos en Canarias se cultiva en El Hierro, algunos agricultores como Tibisay Morales también están apostando por el cultivo de la piña tropical. Aunque es una fruta que requiere mucha humedad, la realidad es que "se da muy bien", según la joven. Aún así, no tienen una gran producción pero en la finca tampoco la buscan. "Las piñas que nos salen son muy buenas porque como Lanzarote es tan seca, mantienen mucho más los azúcares que las que se plantan en otras islas", indica Morales.

Siguiendo por la línea del trópico, la carambola, una fruta en forma de estrella y de un sabor ácido y dulce, también está presente en la finca de Tibisay Morales. De igual manera el achiote, uno de los pigmentos de color rojo más valorados en la cocina mexicana que se extrae de las semillas del arbusto. El canistel es una fruta que también se une a la larga lista que posee la finca VegaCosta. De color amarilla y textura fibrosa, tiene un sabor dulce y suave que puede recordar a una batata guisada. 

Por otro lado, la joven agricultora también dedica su esfuerzo a cultivar especias más exóticas como el jengibre, ya que "se da muy bien porque nuestra finca tiene una cantidad de jable mezclado con la tierra y, al ser un rizoma, crece muy bien en ese tipo de suelo", explica Morales. Próximamente, lo intentarán de igual modo con la cúrcuma.

 

El espárrago triguero, de cordobés a lanzaroteño

Los nuevos cultivos en tierras conejeras también tienen pinceladas andaluzas. Manuel Peláez es un agricultor cordobés que lleva más de 30 años asentado en Lanzarote y 15 cultivando de forma ecológica en su Finca Tres Peñas, en Tías, un preciado y cotizado manjar, el espárrago triguero

Peláez lleva sembrando desde siempre la misma variedad y la misma semilla que su padre plantaba en la Península. Además, es un tipo de cultivo que necesita mucha mano de obra para su recolección, ya que su siembra y recogida no se puede hacer con máquinas debido a las características de los propios espárragos que surgen de la tierra. "Requiere una gran espera porque el fruto tarda un año y medio en formarse", explica Peláez. 

Su plantación en una isla semidesértica como Lanzarote no es obstáculo para que esta verdura se desarrolle. Es una planta que necesita un riego moderado, por lo que con un mínimo de humedad, la producción es estable. Esta cosecha del espárrago es singular, ya que tiene que hacerse diariamente. "Nosotros hacemos una programación cortando por la mañana y al día siguiente de esa recogida, se vuelve a hacer sobre la misma hora, y así sucesivamente durante los cuatro o cinco meses que dura la producción", comenta el agricultor.

En temporada, la cosecha de espárragos que recoge el agricultor puede llegar a las 70 kilos diarios

Después de la cosecha, es necesario dejar que la planta del espárrago se recupere para que vuelva a producir. De esta manera, la planta puede llegar a tener una vida de hasta diez años. En el caso de Manuel Peláez, dedica dos parcelas de su finca a cultivar el espárrago. En una de ellas recolecta de febrero a junio y en la otra lo hace de septiembre hasta finales de diciembre. "La razón de tener dos plantaciones se debe al clima de Lanzarote porque aquí no existe el invierno duro ni las heladas que hay en otros sitios de España", aclara el agricultor. 

Debido a su recogida de forma manual, el precio del espárrago es algo más elevado que el de otras verduras. Sin embargo, es una verdura muy demandada por los consumidores. "Es un producto que da buenos beneficios porque se vende bien y es muy beneficioso para nuestra salud", apunta Peláez. Y es que el agricultor vende sus espárragos en los mercadillos de Arrecife, Teguise y Mancha Blanca, pero también a otros comercios de la isla como herbolarios, tiendas ecológicas e, incluso, exporta a otras islas como Gran Canaria. 

Manuel Peláez, al igual que Tibisay Morales, también ha apostado por el cultivo de la piña tropical. El agricultor coincide con la joven en que el cultivo de esta fruta en los arenados de Lanzarote hace que la producción sea "de una calidad superior". 

 

La alcachofa, otro producto de kilómetro cero

Los nuevos cultivos no solo pasan por fincas que se dedican a vender sus productos, sino que también surgen en centros de formación. Teno Osorio, profesor e ingeniero técnico agrícola, es el encargado de enseñar a sus alumnos del ciclo de grado medio de Técnico Superior en Producción Agroecológica del IES Teguise. Uno de esos cultivos poco comunes en las tierras volcánicas de Lanzarote es la alcachofa

Desde hace tres años, Osorio y los estudiantes siembran alcachofas con "muy buenos resultados". El clima de la isla hace que el cultivo de hortícolas se dé correctamente y esta en concreto, ha dado buenos resultados al técnico agrícola y al resto de alumnos. "Estamos contentos con los resultados que hemos cosechado hasta ahora y el único problema que hemos tenido es el ataque de pulgón pero que logramos solucionar", explica.

La importancia de un producto como la alcachofa "recae en la producción de kilómetro cero" y toda la alcachofa que se vende en los comercios de Lanzarote proviene de la Península. "Al venir de tan lejos, tiene que estar conservada en frío, lo que hace que las fibras de su interior se vuelvan más duras y pierda algo de sabor", aclara el profesor. 

Sin embargo, uno de los grandes problemas a los que se enfrenta Osorio y muchos de los agricultores de la isla es la falta de agua. "Los continuos cortes de agua que últimamente afectan a la isla hacen que este y otros cultivos no funcionen bien y, dependiendo del momento en el que ocurran los cortes, la cosecha puede disminuir o arruinarse por completo", critica el ingeniero. 

El impacto ocurre también con las plantaciones de sandías de Lanzarote. "Este verano y el anterior, un agricultor sufrió cortes de agua de varios días durante la etapa de crecimiento del fruto denominado 'pelota de tenis', lo que hizo que la planta se secara y no se pudiese recuperar", comenta. 

Además, apunta a "recuperar cultivos que no son nuevos pero que se han dejado de sembrar en Lanzarote, como los cereales y los distintos tipos de granos". Esto incluye la cebada, el trigo o millo que, aunque este último se planta, no se hace en grandes cantidades para poder surtir a molinos de gofio de la isla. 

 

Variaciones en los cultivos tradicionales 

Aunque la introducción de cultivos novedosos en Lanzarote va por buen camino, otros agricultores han decidido por reinventarse con aquellas plantaciones que ya tienen. Es el caso de nuevos usos que se le otorga a las pencas de las tuneras. Las hojas más tiernas de esta planta se usan históricamente en la cocina mexicana como una verdura.

Después de quitarle los picos y limpiarla, se puede usar en ensaladas, asados, rellenos o en sopas, existen mil y una combinaciones para esta planta que abunda en Lanzarote. Su sabor es ligeramente ácido y puede recordar al de las judías verdes o al espárrago. 

Lo mismo ocurre con el producto estrella de Lanzarote, la batata. Popularmente es conocida la variedad amarilla y la roja con su interior blanco, pero recientemente se ha introducido una variedad más, la morada. Su color púrpura se debe a la presencia de antocianinas, unos antioxidantes que tienen muchos beneficios para la salud. De hecho, ayudan a reducir el riesgo de enfermedades del corazón.

El suelo volcánico de Lanzarote y el clima tan suave que baña la isla hace que puedan crecer más tipos de cultivos de los que la gente piensa. La apuesta por nuevas especies de estos agricultores diversifican un mercado local que abre sus puertas a una nueva gama de sabores, formas y colores con raíces conejeras.