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Barriada La Libertad y Comunidad Los Charcos: trabajadores empujados a vivir en autocaravanas en Lanzarote

Una cocinera de un hotel, un excamarero, una médico, un pastelero jubilado y un pensionista forman parte de los vecindarios que crecen en los aparcamientos de Costa Teguise, ante la falta de vivienda

Luca junto a su hija en una caravana en Costa Teguise. Foto: Juan Mateos.

Los precios inasumibles de la vivienda en alquiler en Lanzarote están empujando a muchos trabajadores desesperados a buscar otras alternativas. Más de un centenar de familias ya viven ocupando complejos turísticos sin acabar en la isla, como es el caso del esqueleto abandonado de Costa Teguise o el del Faro de Pechiguera en Playa Blanca, pendientes de que una resolución judicial les eche a la calle. A ello se suman decenas de empleados que viven, desde hace meses, en autocaravanas estacionadas en Costa Teguise.

"Pensaba que Lanzarote era el paraíso que yo conocí hace 15 años", confiesa desde el interior de una autocaravana una médico argentina que vive en el aparcamiento de la playa de Los Charcos en Costa Teguise. La mujer de 61 años llegó a Lanzarote el pasado mes de febrero para trabajar en varios centros sanitarios públicos de la isla. Tras varios intentos infructuosos para alquilar una vivienda en la que pudiera entrar su mascota, se topó con casas por las que le pedían más de 1.500 euros al mes. Además, tenía que abandonarlas a comienzos de verano. 

Ante la falta de alternativas, se decantó por comprarse la autocaravana que planeaba adquirir en su jubilación. "No somos hippies, somos trabajadores", asegura en una entrevista con La Voz, en la que confiesa que nunca había estado antes en unas condiciones así. 

Las dificulltades de vivir en una casa sobre ruedas y la imposibilidad de encontrar una vivienda digna le ha llevado a aceptar una oferta de trabajo mejor en otra comunidad autónoma, donde le incluyen una vivienda. "Les obligan a los ayuntamientos, que si necesitan centros de salud en sitios turísticos tienen que poner la casa", resalta. 

En ese mismo aparcamiento de autocaravanas, al que han rebautizado como Comunidad de Vecinos Los Charcos Bajo, convive un hombre de Gran Canaria con su pareja, que trabaja en uno de los hoteles de Costa Teguise. Él cobra una paga por una discapacidad y su marido es asalariado, pero el elevado precio de los alquileres les ha empujado a elegir: vivir en un vehículo o volverse a su casa en Gran Canaria. "Es muy complicado alquilar, pero es que las viviendas en venta también están carísimas", se lamenta. 

Muestra de ello es que la vivienda en venta aumentó su precio un 23,7% entre febrero de 2023 y el mismo año de 2024. Además, el precio medio para comprar un piso en Arrecife ya alcanza los 200.000 euros. "Precisamente por eso, porque no hay casas, no hay profesionales en Lanzarote, no se consiguen profesionales en los hoteles", resalta este ciudadano grancanario. 

"Hasta una semana antes de que me echaran del piso no sabía si tendría un sitio a donde ir. Fue entonces cuando conseguí esta autocaravana", revela otra de las vecinas que vive desde hace dos meses en una roulotte de la localidad turística en el mismo aparcamiento. Allí ha hecho piña con estos vecinos en la misma situación que ella. 

Esta ciudadana, que prefiere mantener el anonimato, por miedo a las represalias, trabaja como cocinera en uno de los hoteles de Lanzarote y vive con su hermana en una casa a cuestas de segunda mano y sin agua caliente. La falta de una vivienda la obligó a separarse de sus hijos, de 20 y 24 años, también trabajadores en los hoteles de la isla, que ahora comparten casa con una mujer y su bebé. "Una cosa es que se te vayan y otra que te tengas que separar porque te echan", explica. 

Muchos de sus compañeros de trabajo han tenido que abandonar la isla por falta de vivienda, otros se han visto empujados a hacer lo mismo que ella. En su caso, su autocaravana de segunda mano le permite ducharse (con agua fría), cocinar y tener electricidad por el sol. "Te anotas en el gimnasio para ducharte media hora con agua caliente", bromea en una conversación junto a sus vecinos. 

"Nos ayudamos entre todos. Hay veces que viviendo en una casa no conoces a tus vecinos y aquí conoces a todos. Por ejemplo, si me quedo sin gas, voy corriendo y me ayudan", relata. 

Una de las autocaravanas convertida en vivienda en Costa Teguise. Foto: Juan Mateos.

 

 

La vida en una Berlingo

La pandemia por coronavirus cambió por completo la vida de Antonio Delgado. Después de un divorcio, una depresión y cuatro intentos de suicidio rehace su vida como puede en una furgoneta tipo Berlingo en la que vive desde hace cuatro años. A pesar de que nació en Cádiz, este vecino de 63 años ha estado más de dos tercios de su vida en Lanzarote.

En la isla comenzó como jefe en una pastelería y con el mismo cariño con el que recuerda las tartas más complicadas que le encargaban, cuida ahora del pequeño huerto que se ha hecho en un aparcamiento de la playa de Las Cucharas de Costa Teguise. Varias tomateras, una planta de albahaca e incluso pequeños melones sobreviven en una jardinera del aparcamiento. Allí también florecen pequeños brotes de viña. 

"Mi vida cambió un 75%. Esto es otro tipo de vida, pero es vida también", confiesa durante una entrevista con La Voz. Su pensión de 900 euros no le da para poder costearse el acceso a una vivienda en alquiler, con unos precios cada vez más tensionados: "O como, o vivo aquí y yo prefiero comer".

En su pequeña furgoneta tiene un colchón y varios cajones a modo de almacén de herramientas. "Soy el manitas de aquí, el que tiene las herramientas, todos me llaman y me dicen Antonio, Antonio, hasta la niña", presume orgulloso. Prueba de ello es el sistema de energía solar que ha instalado por su cuenta en el techo de su coche para poder tener luz. "Nos ayudamos unos a otros, deberíamos ponerle un nombre, se podría llamar barriada La Libertad", reflexiona.

 

Más de 15 cambios de casa en tres años

La niña es la hija de uno de sus vecinos, Luca, un italiano de 31 años que lleva ocho meses viviendo en una autocaravana dos aparcamientos más allá. A este vecino europeo, la dificultad para encontrar una vivienda le llevó a comprar una camper italiana de segunda mano. "Estaba harto de buscar piso, he pasado en tres años por casi 15 casas y todo son estafas", relata. 

Luca asegura que uno de los anuncios de vivienda que encontró por Facebook resultó ser una estafa y tras tres semanas alquilando una habitación en una vivienda en Montaña Blanca lo echaron a la calle. "Me han pasado de todas las estafas, incluso me detuvieron aquí [en Teguise]. Lo único que encontré por 300 euros fue una habitación que habían convertido en una casa.

Resultó que los propietarios cultivaban plantas de marihuana, y  yo no tenía nada que ver, justo cuando había sacado todas las cosas y a principios de la semana siguiente me iba, el sábado por la mañana entró la policía. Ahí decidí comprarme una caravana". En su nueva vida en los aparcamientos de Costa Teguise, Luca planea limpiezas voluntarias del entorno y los jardines.

 

Dejar los hoteles para cumplir un sueño

A ello se suma Francisco Jiménez, un andaluz de 39 años que desde los 23 trabaja de camarero en hoteles. Su casero le subió el alquiler de 400 a 600 euros y después de 600 a 800 euros por lo que decidió abandonar la vivienda. "Con el tiempo que llevo fuera de mi casa me podría haber comprado un terreno con el dinero que he dedicado al alquiler, eso seguro", reflexiona.

Tras diez años en la isla, decidió dar un cambio a su vida. Este español dejó de trabajar como camarero, para poder dedicarse a su verdadera pasión, la música. Ahora ofrece conciertos en alojamientos turísticos y con lo que gana le da para vivir en la caravana. 

Francisco nos atiende mientras pone cuerdas a su guitarra, sentado en una butaca, con el atril en frente. Él es el único de la Barriada La Libertad que tenía el proyecto de vivir alguna vez en una caravana. "Los precios de los alquileres, que son insufribles, fue ya lo que me terminó de convencer", revela, "es una vida que me gusta. Estoy intentando ahorrar dinero, para el día de mañana comprar una vivienda".

Francisco Jiménez junto a su furgoneta en el aparcamiento de Las Cucharas. Foto: Juan Mateos.