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El concurso de microrrelatos de Radio Lanzarote ya ha recibido más de medio centenar de relatos

La XIV edición del certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote Verano 2024 quiere homenajear al escritor Miguel de Unamuno en el año que se cumple el centenario de su destierro a Fuerteventura

Radio Lanzarote recibe más microrrelatos

La redacción de Radio Lanzarote ya ha recibido más de medio centenar de textos para la convocatoria de la XIV edición del certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote Verano 2024. En esta ocasión el concurso homenajea al escritor Miguel de Unamuno puesto que se cumplen cien años de su destierro a Fuerteventura. Unamuno llegó a la isla majorera el 10 de marzo de 1924 y de ella dijo: "Estas colinas peladas parecen jorobas de camellos y en ellas se recorta el contorno de estos. Es una tierra acamellada".

En esta edición los participantes deberán presentar una microhistoria que no debe exceder las 100 palabras entre las que no cuenta el texto introductorio que aportaremos a continuación. Los relatos tendrán el mismo comienzo que es una de las primeras frases del inicio de su obra Niebla: “En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto...” A partir de este comienzo los participantes deben imaginar qué pasa posteriormente.

Cada autor podrá enviar un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto. Asimismo, los relatos se enviarán a la dirección: concursorelatos@lanzarotemedia.net. Un año más, los Centros Turísticos colaboran con el certamen, cuyo plazo límite para enviar los textos es el próximo 31 de agosto

Un jurado compuestos por periodistas de Radio Lanzarote y La Voz de Lanzarote elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas. El fallo del certamen se hará público en la segunda quincena de septiembre. El ganador del primer premio conseguirá una cena para dos personas en el restaurante de Jameos del Agua, mientras que el segundo premio es una de las experiencias insólitas para dos personas en Montañas del Fuego. Por último, el tercer premio es un brunch en el Jardín de Cactus. Todos los premios son para personas adultas.

 A medida que se vayan recibiendo los relatos se publicarán en La Voz de Lanzarote. En la publicación no figurará el nombre del autor. Solo después del fallo se conocerán los nombres de los autores ganadores y finalistas. A la redacción continúa llegando un goteo incesable de microrrelatos para este concurso literario:

 

Título: Desambiguación

“En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto... que ahora, sin justificación aparente, se detiene y mira al cielo, tal vez clamando a Dios que la susodicha garrida moza se dé la vuelta y se fije en él, y... ¡Mierda! Creo que me ha visto...”

-Pues claro que te he visto, y antes te he oído, por eso me he parado... ¿Qué es eso de “garrida” moza? ¿Es acaso una moza gallarda y bien parecida, lozana y saludable o es acaso una moza robusta y corpulenta? Mira que yo soy estoy hecho un figurín, soy un mozo gallardo y bien parecido y exijo...

-Estoy hasta los... “FIN”

 

Título: Mi mayor secreto

“En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto...” 

“quién se dejó arrastrar por su magnetismo, porque algo en ella le resultó familiar. Su cabello rojo-lava le evocaba a aquella niña de ojos olivina, que veraneaba en Playa blanca, hasta que un verano no se le vio más. Augusto no había podido olvidar sus risas en el mar, ni sus persecuciones y ahogadillas. También recordaba sus historias de doncellas y caballeros en el Castillo de las Coloradas dónde él le había prometido: «Cuando sea mayor, compartiré contigo mi mayor secreto».

Dos décadas habían transcurrido, y ya era hora de comunicarle que nunca había dejado de amarla.” 

 

Título: El infortunio de Augusto

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto…

-Pardiez, señora, rápido andar tenéis, no puedo seguiros el paso, acaso no queréis que los dos nos encontremos. Os silbo cuál si fuerais un perro y de ello me arrepiento, pues vos sois más que un simple can que por la calle voy persiguiendo.

- A fe mía, caballero, qué persistente sois. Bendita sea vuestra mirada que me anula con vuestros ojos tiernos y, viendo en mí sólo lo bello ignoráis mis defectos y, os aseguro, que tenerlos los tengo.

-Vuestra merced me honra con su voz, infortunio el mío, manos tengo dos, corazón sólo uno.

 

Título: Jardín de las delicias

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto... La siguió por calles y jardines, pisó roca de volcán incluso. Hasta que ella se sumergió en el océano y desplegó su enorme cola de sirena. Pero Augusto odiaba el agua salada, así que dio media vuelta y se dio de bruces con el límite del cuadro donde había sido pintado. El Bosco sonreía en el otro lado mientras construía su gran infierno.

 

Título: Penuria

Si anhelaba toparse con uno de tantos canes que vagaban por la ciudad, era por el fino instinto que estos exhibían para procurarse alimento. Y el hambre era ya para él una forma de vida. Pero pudo más en aquel instante su infructuosa atracción hacia el otro sexo. Persiguiendo pues aquellas faldas que dejaban al descubierto los bien formados tobillos de la joven, se topó de repente con el apasionado encuentro entre esta y un apuesto militar. De regreso a la cruda realidad, reanudó Augusto la búsqueda de un perro que le mostrara el camino para saciar su apetito.

 

Sin título: 

“En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto...” 

La dijo:

Sé que no fui tu príncipe azul, pero todavía no habrás amado a otro con más pasión que a mí. ¿Cuál fue mi fallo? Si no hubiéramos dejado de vernos, quizás tú habrías hecho las paces conmigo. Sin embargo, tu amor hacia mí cayó en un pozo donde echaste subterráneas capas de olvido. Aunque hoy no vaya a trabajar todo el día y te haya traído esta poesía a tu buzón, seguramente no cambiarás de opinión. No sabes cuánto lo lamento, pero después te arrepentirás como Judas cuando dio aquel beso a Jesús. Créeme si te digo que lo he pasado fatal. No habría diques tan robustos que pudieran contener las lágrimas que he estado vertiendo últimamente por tu desdén. Afortunadamente, mantuve mi honor, y nadie me vio sollozar. Jamás te separaré de mí. Adiós.

 

Título: Pensamientos

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza,y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto giró su cuerpo y permaneció así, inmóvil, estático, pensativo. Sus pensamientos sobre la vida era bonita y placentera, la tierra donde camina, el aire que respira, el agua que le limpia y el respeto hacia el otro yo. Sin dejar de mirarla y sonriendo comenzó a dibujarla. Su silueta esbelta, transparente, alejándose por el camino con pasos firmes y segura. Así la imaginó.

 

Título: Claroscuro

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto cerró los puños con tanta fuerza, que los hundió una y otra vez en la tierra del camino, maldiciendo su mala suerte.

-¿Por qué no tengo una vida luminosa y clara? Se dijo así mismo. Por un momento casi lo consigue, pensó, pero volvió a sumergirse entre corderos y lobos que revoloteaban en su mente.

 

Título: Partida

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto se abrazó a la vida, pero la vida le empujó y cayó en el agujero de sus miedos. Se despedía de su cuerpo que tantas alegrías le había dado. Allí tendido entre cuatro tablas de madera, la miraba fijamente y ella le devolvía la mirada. Sus cuencas hundidas como bebederos de agua, se negaban a cerrarse , quería seguir mirándola como siempre lo había hecho, más poco a poco sus párpados fueron cayendo igual que la noche. Hasta solo oír una voz decir. - Adiós amor mío.

 

Título: Primum Vivere

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto. Ello no tendría nada de particular si no fuera por su condición de lacayo al servicio de la condesa de Aguasgrises, quien un rato antes había perdido de vista a su querido Tilín, un caniche de pura raza obsequio de su prima la reina. La condesa, atacada por una crisis nerviosa, le había encomendado a Augusto la inmediata búsqueda y rescate de su querida mascota, temiendo quizás lo que probablemente terminó acaeciendo. Y es que eran tiempos de hambruna y el populacho no le hacía ascos a ningún bicho viviente que se pusiera a tiro.

 

Título:  "Precisaba una garimba" 

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto…sintió como cuando el volador anunciaba las fiestas de San Ginés. Se le iba el baifo. Notó mucho calufo. La fatiga se apoderó de él. 

Precisaba una garimba. Sabía que tenía que haber tomado gofio en el desayuno. Una comadre que pasaba por allí se acercó a golisnear, mas él escapó raudo al llegar la guagua. Aunque no era conejero se sentía del lugar, se conocía los rincones e intuyó por donde andaría la chocha, y hasta allá se fue dispuesto a lo que fuera. A tiempo de verla recoger a sus niños del colegio que al verle gritaron sonrientes: ¡papito¡.

 

Título: Abismo Azul

“En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto, que enseguida se vio sumergido en el abismo azul de aquella mirada... Y allí permaneció para siempre... el pobre... Es verdad que los ojos son el espejo del alma. Y el alma de aquella moza resultó ser más profunda que el infierno.”

 

Título: Extravagancia

Recuerdos de la adolescencia y como olvidarla ...Esa música bohemia de mi programa favorito en la radio , siiiii en la radio. Sentada en una butaca contaba las horas mágicas del reloj que decía cucú ...cucú  despierta chiquilla y sube el volumen en la perilla izquierda.

Allí estaba yo dándolo todo ante ese pequeño y diminuto aparatejo cantando y bailando al son de Stevie Wonder " I Just Called To Say I Love You"

 

Título: Efímero

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto Cabrera. Años más tarde, cada vez que pensaba con nostalgia en ese momento era incapaz de recordar los detalles, tan solo la sensación de amnesia momentánea, la cual se rompió en el momento en que ella se dio la vuelta y lo miró.

Esa mirada lo despertó del hechizo con una especie de sacudida, dándose cuenta de que se encontraba parado en el muelle de la Pescadería, desde donde ella había saltado a una falúa que se alejaba con parsimonia de la costa. ¡Tu nombre! le gritó, pero ella ya solo tenía ojos para el bergantín llamado “Océano”.

 

Título: Beso Robado

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto. Sí, ella era bonita, pero lo que realmente le fascinó fue la mirada, que parecía no mirar nada en concreto, pero, de tal intensidad, que Augusto pensó que se dirigía a algún asunto de trascendencia vital. Siguió su silueta sin disimulo a través de los contraluces que marcaba el implacable sol, girando en las esquinas como un autómata. En un momento dado ella paró en seco acercándose a un joven que sólo acertó a decir: ¡Tú...!. Lo besó levemente, miró a ambos lados y continuó su camino con paso decidido mientras el muchacho se llevaba los dedos a los labios.

 

Título : Trending Topic

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto. Ella sostenía el teléfono entre su hombro y su oreja y mientras hablaba revolvía el contenido de su mochila en busca de algo. Le sonaba su cara, aunque lo que le intrigó fue ver a una persona así vestida dirigiéndose hacia la playa y con esas prisas. Justo en el momento en que recordó de qué la conocía la chica paró y sacó, por fin, de su mochila un chaleco rojo con la palabra MÉDICO rotulada en la parte posterior y, poniéndoselo, siguió apresurada en dirección a un grupo de personas que, sentadas exhaustas en la orilla, miraban sin ver.

 

Título: Don Miguel

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto. Cuando se fijó estaban en el Timanfaya. Ella se transformó en voluptuosas llamas que ondularon hacia él. Augusto alzó la mirada, sacó la cabeza del papel, se dirigió al autor: «¡Joder, Don Miguel!, no sea usted complicado, que yo solo quiero una mujer.»

 

Sin título:

En esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto.

Llegó hasta lo hiperónimo intentando recomponerse de las catorce estaciones de su via crucis. De talante anodino y vulgar, Augusto transgredió su gen biomecánico recordando que la amada Eugenia hacía tiempo que había encontrado acomodo en la vaghezza de Mauricio, y que flirtear con cuerpos extraños también le reportaban complacencia hormonal. 

La calle recitó mil epopeyas que la definían como jungla caótica. En medio de farolillos y cientos de boquinazos que se ocultaban entre las sombras de lo prohibido, aquella majorera generosa en rasgos le conminó a protegerse de cualquier tropezón que pudiese dar con sus huesos en el pavimento.